Sin una perspectiva integral de la digitalización, los efectos positivos podrían transformarse en factores adversos en términos de concentración y desigualdad.
“La única solución para los países en desarrollo, es recuperar la tecnología como parte realmente integrante de su cultura. Convertirla de elemento exógeno condicionante, en modo legítimo de expresión de sus propios valores y aspiraciones (…) El problema principal es recuperar la capacidad de decisión social del uso y fines de la tecnología”
Amílcar Herrera
La digitalización está transformando la economía y la sociedad de manera acelerada. El nuevo tiempo caracterizado por la transformación de los modelos de interacción social, de consumo y de producción, demanda nuevas estrategias y conocimientos. Esta transformación se basa en la adopción e integración combinada de tecnologías digitales avanzadas, tales como las redes móviles de quinta generación (5G), la Internet de las cosas, la computación en la nube, la inteligencia artificial, el análisis del flujo de los datos, el conocimiento en las configuraciones determinadas por los macro y micro datos y la robótica.
La economía conectada se caracteriza por el despliegue de infraestructura digital (redes de banda ancha, puntos de intercambio de tráfico, centros de datos, entre otras cosas) y la masificación del uso de Internet mediante diversos tipos de dispositivos (computadoras de escritorio o portátiles, tabletas y teléfonos inteligentes), a los que ahora se suman sensores de todo tipo que marcan el paso de la conexión de las personas a la de las máquinas.
El desarrollo digital tiene el potencial de aumentar el bienestar de las personas, la productividad de las empresas, la eficiencia y la eficacia de los Estados y la sostenibilidad medioambiental, como resultado de la sinergia de sus tres dimensiones: la economía conectada, la economía digital y la economía digitalizada.
La economía digital es aquella parte de la producción económica derivada principalmente de modelos de negocios basados en tecnologías digitales para la oferta de bienes y servicios. Estos modelos de plataformas digitales cambian la propuesta de valor en diversos sectores económicos y propician la generación y la recopilación de datos. Al tratarse de datos procesados y analizados con inteligencia artificial, es posible mejorar los procesos de decisión y crear valor mediante la optimización de los procesos operativos, la segmentación de los mercados y la personalización y transformación de los productos y servicios.
La economía digitalizada se da cuando, mediante la adopción de tecnologías avanzadas, los agentes de las industrias tradicionales cambian sus modelos de negocios y producción más allá de su mera optimización, hasta la reconfiguración de sus cadenas de valor y la transformación de sus productos y servicios, con efectos disruptivos en la organización industrial.
El impacto de la digitalización no es automático ni homogéneo entre los distintos países, empresas o personas. Los beneficios potenciales de la digitalización en el crecimiento, el bienestar y la sostenibilidad dependen de políticas que configuren factores tales como el grado de adopción tecnológica, las capacidades de las personas, la estructura productiva y una gobernanza que atienda los retos emergentes. Entre estos retos cabe mencionar la concentración del mercado, la ciberseguridad, el empleo y la automatización, la privacidad, la seguridad de los datos personales y la tributación digital.
Sin una perspectiva integral de la digitalización, los efectos positivos podrían transformarse en factores adversos en términos de concentración y desigualdad. Por ejemplo, importantes segmentos de la sociedad podrían verse privados de servicios en línea de diversa índole, o los niveles de empleo podrían verse afectados debido a la falta de habilidades digitales. También podrían profundizarse las brechas productivas entre las empresas grandes y las pequeñas, lo que limitaría incluso su capacidad de crear vínculos comerciales, tecnológicos y productivos.
Esto es particularmente relevante en el caso en las pequeñas y medianas empresas que se encuentran en un proceso de transición al desarrollo. En esa transición, la baja productividad, la alta vulnerabilidad social, la debilidad institucional y la insostenibilidad ambiental constituyen aún problemas no resueltos que se erigen como verdaderas trampas a los beneficios de la transformación digital.
El acceso: lo pendiente
Los dos años de pandemia han precipitado la transformación digital y su transversalización en el conjunto de la economía, con lo que se ha acentuado el vínculo entre la digitalización y el desarrollo. Las medidas de aislamiento y distanciamiento físico hicieron que se privilegiaran los canales en línea en diversas actividades, tanto comerciales como productivas y sociales. La infraestructura de telecomunicaciones e internet pasaron a ocupar el centro de nuestras vidas.
El COVID-19 ha puesto de relieve el potencial de las soluciones digitales para sustentar actividades de toda índole y contribuir al ejercicio de derechos fundamentales como la educación y la salud. A la vez, ha expuesto la importancia de las brechas digitales y las limitaciones en el acceso a buenos servicios de internet como condicionantes de la inclusión social y el crecimiento económico.
Según la última edición del informe CABASE Internet Index, la Ciudad de Buenos Aires es la localidad con mayor penetración de accesos fijos a internet, con 108 accesos por cada 100 hogares, mientras que la provincia de Formosa apenas alcanza los 32 accesos, dejando en evidencia una gran disparidad regional en materia de penetración en el país.
La variación interanual representa una penetración lenta en los hogares con acceso a internet fija (ver Accesos nacionales por internet fijo por banda ancha y banda angosta). Al analizar esta evolución en el tiempo, puede verse que el nivel de crecimiento durante los últimos 4 años fue en promedio del 5% anual, ritmo lento para alcanzar la universalización del servicio; de continuar con esta tendencia demandaría más de 10 años para su concreción.
Penetración de internet fijo cada 100 hogares 2021
NOA 54%
CENTRO 68%
LITORAL 40% (sin Santa fe y Entre Ríos)
CUYO 55% (San Luis 83%, Mendoza 41% y San Juan 39%)
SUR 60%
Arriba del 70% Córdoba, La Pampa, Santa Fe, San Luis, La Rioja y Chubut).
Buenos Aires 70%
Fuente: Datos abiertos ENACOM[i]
La Ciudad de Buenos Aires tiene más conexiones que hogares (108%) y la penetración a nivel nacional alcanza al 68%, hay aún nueve provincias por debajo del 50% de penetración.
Fuente: CABASE Internet Index 2020 [ii]
Accesos nacionales por internet fijo por banda ancha y banda angosta (Dial up) 2021
Fuente: Datos abiertos ENACOM[iii]
Velocidad promedio de bajada de internet fijo por provincia 2021
La calidad de del servicio de internet y la velocidad
medida en Megabit por segundos (Mbps)
acompaña la inequidad del acceso a nivel nacional,
priorizando claramente los grandes centros urbanos.
Fuente: Datos abiertos ENACOM[iv]
Las buenas intenciones e iniciativas como el decreto 690/20 de gobierno del presidente Alberto Fernández, dejan pendiente el acceso a los servicios de Telecomunicaciones. El 32% de los hogares de Argentina no cuenta con conectividad fija a internet. La infraestructura de red nacional es un collage de tecnologías y criterios de gestión y servicios que continúan el modelo de mercado desarrollado desde 1990. Es necesario cambiarlo.
El potencial de beneficios sobre el desarrollo digital y la digitalización de la vida cotidiana solo será posible de obtener si se cuentea con políticas públicas que orienten los beneficios en un modelo de país integrado y socialmente justo.
Uno de los desafíos que enfrenta nuestro país, está vinculado con la utilización de las TIC en el marco del proceso global de transformación digital. Armar nuestro destino depende en gran medida del Estilo Tecnológico Argentino.
Argentina necesita un Ministerio de TIC, que articule las decisiones tecnológicas con el modelo político de mayorías. La situación actual muestra la deuda de políticas TIC para con el país. Políticas que permitan contar con infraestructura de redes y servicios digitales que aporten desarrollo y conocimiento como herramientas de crecimiento y desarrollo social. Condición no suficiente pero necesaria para poder ingresar a la transformación digital con sentido propio e identidad regional.
No alcanza con la articulación público-privada que viene llevando muy bien el gobierno nacional. Tampoco con la Ley de Conocimiento y el despliegue del Ministerio de Producción y el de Ciencia y Técnica en la articulación con diversos sectores de la Economía del Conocimiento.
Necesitamos presentar un plan a la sociedad, mostrar el Estilo Tecnológico motorizado por el gobierno nacional que oriente una política en Telecomunicaciones centrada en la integración federal y la sustitución de importaciones en los productos de software transversales en cada componente de la Economía del Conocimiento.
En el imaginario colectivo, la tecnología era vista como algo lejano, algo que no tenía que ver con la vida cotidiana de las personas. Ese paradigma comenzó a modificarse. Hemos comenzado a vincular en los hechos los recursos con los resultados; hemos vinculado a la ciencia y la tecnología con el crecimiento económico, con el desarrollo y la industrialización. YPF Litio, Invap, Arsat, Sputnik Vida son algunos ejemplos en nuestro país.
El Estilo Tecnológico es un modelo de mirada integral sobre la Argentina que necesitamos los que la habitamos y la hacemos crecer. La integración y el desarrollo social en la transformación digital son objetivos que se motorizan desde las políticas públicas en función de los objetivos nacionales, que permita a nuestro país el ingreso a la sociedad y la economía del conocimiento con equidad social y soberanía política.
- Alfredo Moreno, Ingeniero TIC en ARSAT, Profesor TIC en Univ. Nacional de Moreno
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