1.- LAS CIRCUNSTANCIAS DE LA PUBLICACIÓN
EL MALESTAR EN LA CIVILIZACIÓN [Das Unbehagen in der Kultur] fue escrito de un revuelo a partir de las ideas que dos años antes (1927) le habían llevado a reflexionar sobre EL PERVENIR DE UNA ILUSIÓN; parece que la primera versión del MALESTAR..., Freud redactó la obra en aproximadamente un mes, en julio de 1929, mientras gozaba de la “tranquilidad idílica” de Schneewinkl, cerca de Berchtesgaden –por cierto, un sitio que más tarde se haría célebre porque Hiltler también tuvo su lugar de reposo. Sabemos más o menos cómo fue el proceso de elaboración del texto por su correspondencia con Romain Rolland y con Lou Andreas von Salome. A Lou le explicó así las circunstancias de la redacción del libro:
«Muy querida Lou… este libro trata de la civilización, del sentimiento de culpabilidad, de la felicidad y de otras cosas elevadas del mismo tipo y me parece, quizá con razón, del todo superfluo cuando lo comparo con mis trabajos anteriores , que siempre procedían de una necesidad interior. Pero, ¿qué podía hacer de otro? No puedo pasarme todo el día fumando y jugando a las cartas. Tampoco puedo realizar largas caminatas y la mayor parte de cosas han dejado de interesarme. Escribo y así el tiempo pasa agradablemente. Mientras me entrego a ese trabajo he descubierto las verdades más banales».
También pidió permiso al novelista Romain Rolland para utilizar en el libro la expresión “sentimiento oceánico”, que en el escritor y pacifista francés sirve para describir la fuente del sentimiento de religiosidad en los creyentes. El 14 de julio de 1927, Freud escribe a R. Rolland en estos términos:
«Su carta de 5 de diciembre de 1927 y sus observaciones sobre el sentimiento que llaman “oceánico” no me ha dejado ningún reposo. Ocurre que en un nuevo trabajo, de momento todavía inacabado, arranco de su incitación, menciono este sentimiento oceánico y trato de interpretarlo en el sentido de nuestra psicología. (...) Pero he aquí que siento una duda en cuanto a mi derecho a explotar de este modo ante la opinión pública su comunicación privada».
El 17 de julio, Romain Rolland, responde diciéndole que se siente «muy honrado que la carta que le escribí a finales de 1927 le haya incitado a nuevas investigaciones, y que una nueva obra responderá a las preguntas que le hice entonces . Tiene todo el derecho a plantearlas ante el gran público y de ninguna manera ni se me ocurre en modo alguno a esquivar su responsabilidad».
Hay dudas sobre si Freud tenía clara desde el principio la tesis central del libro. De hecho al principio el borrador llevaba por título “La felicidad y la civilización” [Das Glück und die Kultur] que después cambió por “La infelicidad en la civilización” [Das Unglück in der Kultur] hasta llegar al título definitivo que tradicionalmente se traduce por “Malestar” pero también podría traducirse por “desagrado” o por “descontento” –título también de la edición inglesa.
El libro lleva fecha de 1930, pero debió de publicarse a finales del año 29 porque en una carta de 28 de diciembre de ese año, Stefan Zweig comentó a Rolland que el “nuevo libro de Freud” es “su mejor ensayo filosófico” y éste le explica que “el amigo mencionado en las dos primeras páginas, lo que le ha hablado del “sentimiento oceánico” soy yo”. En cualquier caso, el primer capítulo fue publicado en la revista «Die Psychoanalitische Bewegung» de noviembre-diciembre de 1929 y el quinto en el número de enero-febrero de 1930 sin el párrafo inicial y con el título “Amor al prójimo y pulsión de agresión”.
En cualquier caso, entre la redacción definitiva y la salida de la imprenta se produjo un hecho decisivo: el martes negro (29 octubre de 1929), el derrumbe de la Bolsa en Wall Street. Este hecho aportó al libro una repercusión y una significatividad impensada; a pesar del desbarajuste de la República de Weimar el crack del 29 daba a la crisis social un significado decididamente planetario. No puede sorprender que los 12.000 ejemplares de la primera edición se agotaran rápidamente. En 1931 aparece una segunda edición con algunos añadidos y uno muy significativo: el de la última frase del libro en el que se ha querido ver una premonición del nazismo. La segunda edición, Freud la envió a Rolland con una dedicatoria significativa: "A su gran amigo oceánico, el animal terrestre, S.Fr., 18-3-1931". Convendría reflexionar sobre el significado de la expresión “animal terrestre” que Freud emplea para definirse a sí mismo. Con esto, Freud da una pista muy importante sobre la actitud que debe adoptarse para leerlo: un materialismo esforzadamente terrestre.
2.- EL NARCISISMO DEL ODIO
Una lectura contemporánea del MALESTAR... inevitablemente debe hacer referencia al 11 S, al 11 M ya los atentados contra el metro de Londres de julio de 2005, al igual que la lectura tradicional se hacía eco de llegada de Hitler al poder. El anacronismo es inevitable pero fecundo: hay algo de siniestro en el aire que se respira. Existe una permanencia del sentimiento de malestar que con el tiempo ha llegado a hacerse consustancial a la cultura europea que hace dudar si ahora mismo el consumismo de los occidentales y las formas de resistencia terroristas de los grupos musulmanes son expresión de “malestar” o, directamente, de "enfermedad".Conviene tener presente que Freud se acerca a nuestra sensibilidad más desesperanzada o escéptica en un rasgo significativo: tampoco creía que hubiera "ideologías de salvación" destinadas a llevar la justicia y la felicidad a los humanos. A su tiempo estas ideologías salvíficas las representaba el comunismo y hoy son pasto de las simplificaciones “altermundialistas” o “antiglobios”; pero tienen en común la grave insuficiencia de no darse cuenta de que la felicidad es un combate también con y contra nosotros mismos –y no sólo contra las condiciones sociales y externas que nos impiden vivir armónicamente... En la época, Freud, según su biógrafo oficial E. Jones, había comentado con ironía que una conversación con un militante le había “medio convertido” al comunismo. El comunista le había dicho que el bolcheviquismo llevaría unos años de miseria y caos, pero que después llegaría la paz universal. Freud, empapado de humor judío, le dijo que creía en la primera mitad del programa.
El odio, la agresión y el autoodio –o autonegación del suicida religioso o del militante político extremista no pueden explicarse sólo por factores externos. Desde el punto de vista psicoanalítico es necesario profundizar en las motivaciones inconscientes que llevan a este comportamiento. De hecho, EL MALESTAR ... freudiano es un libro que inicia preguntas y perplejidades, más que ofrece respuestas. Quizá por eso es “filosofía” y se puede leer sin comulgar con la teoría psicoanalítica.
Pero para no caer en un excesivo anacronismo, conviene saber que el texto es inseparable del “giro de 1920” en psicoanálisis. Tras la experiencia brutal de la guerra y la posguerra, Freud ha introducido la idea de la "pulsión de muerte" (Tánatos) como uno de los motores de la actividad psíquica inconsciente. Este concepto le sirve para reestructurar toda su metapsicología. Puntos esenciales de su teoría –la angustia, el superyo, y el dualismo pulsional – deben explicarse en otra perspectiva desde la “pulsión de muerte”.
En el narcisismo se borran progresivamente las fronteras entre el yo y el objeto. Ésta es una característica que se da tanto en el enamoramiento como en la psicosis. Y en el análisis de este tema reside la originalidad del texto freudiano.
http://www.alcoberro.info/planes/freud7.htm
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