Ramón Alcoberro
Walter Benjamin (1892-1940), Carl Einstein (1885-1940) y Wilhelm Fiedmann (1884-1942) son tres intelectuales judíos alemanes que se suicidaron a inicios de la guerra mundial cerca de la frontera española ya los que la su muerte ha hermanado de una forma inevitable y, si cabe decir, también siniestra. Pero últimamente –sobre todo después de la publicación de las OBRAS COMPLETAS de C. Einstein en Fanner & Walz, (1992-1996)–, en la extraña bolsa de los valores en los que a menudo derivan las modas filosóficas– ha habido algunos intentos de revalorizar la obra de C. Einstein 'a costa' de WB
Einstein, anarquista, dadaísta y personaje clave en los orígenes del movimiento, amigo de Picasso y sobrino del físico y premio Nobel, ha sido durante años una figura oscura, pero seguramente resulta un personaje a revalorizar. Su papel político es mucho más significativo y explícito que el de WB –tomó la palabra en el entierro de Durruti, con quien había tenido cierta amistad, formó parte de la columna Spartacus en la guerra de los tres años, etc.– y posiblemente fue capaz de 'ver' cosas que Benjamin no supo evaluar con tanta lucidez: fue capaz, por ejemplo, de valorar muy pronto la obra de Miró,
Mientras Benjamin se interesaba por los juguetes infantiles, C. Einstein fue uno de los mejores conocedores del arte africano y también comparten una profunda fascinación por todo aquello que desde el mito construye la fuerza del arte. Una frase de Einstein lo resume bastante bien y la podría firmar también Benjamin: 'El arte sólo tiene significación en la medida en que se define y crea una estructura mítica'.
Sin embargo, me parecería lamentable entrar en una carrera erudita que opusiera Benjamin, Einstein y Friedmann en vez de profundizar en lo que tienen en común: una vida magullada, un destino siniestro, una posteridad destartalada, un olvido interesado; el testimonio de una historia alemana y paradigmática de los entre-ys saltos del sabio en tiempos miserables. Puestos en paralelo nos cuentan muchas cosas, contrapuestos son simplemente fichas de una tesis doctoral.
El maestro José-María Valverde sintetizaba el designio de Benjamin en su HISTORIA DE LA LITERATURA (v. IX) con una frase impresionante por exacta: 'obstinación lúcida sin ilusión'. Benjamin, por su parte, escribió sobre Kafka una sentencia terrible que recogió a Arendt en su ensayo clásico y que se le puede aplicar perfectamente: 'sólo por amor de los desahuciados se nos ha dado la esperanza'. Este empeño lúcido y desilusionado, esa esperanza en los faltos de esperanza, es lo que hay que buscar en las vidas paralelas de Benjamin, Einstein y Friedmann. Algo que va más allá de un suicidio.
http://www.alcoberro.info/planes/benjamin5.htm

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