
«La única forma de mantener con vida al marxismo es el análisis realista de las posibilidades de una praxis revolucionaria en conexión con un movimiento social o una realidad política existente»
En Tras las huellas del materialismo histórico Perry Anderson se enfrenta a una de las paradojas clásicas del marxismo. Antes de 1848, en el Manifiesto comunista, Marx acentuaba el papel de la lucha de clases, de las masas de trabajadores que toman conciencia de sí, como el detonante del cambio social. Tras el fracaso de la Revolución de 1848, en el exilio de Londres, el pesimismo acerca de las posibilidades de los individuos para cambiar el rumbo de la historia hace que Marx otorgue al avance de las fuerzas productivas, en oposición a unas relaciones de producción que se vuelven obsoletas, el papel protagonista en el paso de la alienante sociedad capitalista a la utopía comunista. Estoy hablando, por ejemplo, de los párrafos clásicos del prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política de 1859. Es decir, antes del 48 se supone que es el proletariado quien ha de subvertir el orden social, pero después del 48 es el progreso tecnológico quien ha de conducirnos necesariamente hacia un sistema económico más justo. Marx no dejó claro ni quién ha de llevar la voz cantante, ni cuál pueda ser la relación entre individuos y estructura económica (libertad y necesidad), ni de dónde había heredado el dogma del progreso, ni quién habría de ocupar el lugar del proletariado cuando este dejase de existir .
Así, el marxismo clásico quedó atrapado, por un lado, por el economicismo, que derivó hacia el reformismo socialdemócrata, y, por otro, por el voluntarismo anarquista. Los fracasos en los dos frentes han sido continuos: han fallado tanto los que predecían el fin del capitalismo desde la ciencia económica, como los sucesivos intentos revolucionarios que han degenerado en tiranías de corte burocrático.
Desde que a principios del siglo XX la revolución bolchevique quedó confinada a la Unión Soviética, la parte teórica del marxismo, el materialismo histórico, abandonó el terreno práctico en favor de la invención de Utopías (Marcuse, Bloch), la Estética (Adorno), la Teoría Crítica (Horkheimer), la Situación Ideal de Habla (Habermas) o el Estructuralismo (Althusser y Foucault). A pesar de la sutileza y profundidad de sus análisis, la realidad histórica a finales del siglo XX fue la disolución de los partidos comunistas en Francia (Miterrand), España (González) e Italia (Craxi) sustituidos por una socialdemocracia muy descafeinada. En 1989, seis años después de la publicación de este libro, las intuiciones del análisis de Perry Anderson se hacen realidad en los acontecimientos posteriores a la caída del muro de Berlín.
Al igual que en Consideraciones, el autor insiste en que la única forma de mantener con vida al marxismo es el análisis realista de las posibilidades de una praxis revolucionaria en conexión con un movimiento social o una realidad política existente.
Eduardo Terrén (tr.) Madrid: siglo XXI, 1986 (1ª ed.), 2013 (2ª ed.).
Texto de Eugenio Sánchez Bravo tomado de: https://auladefilosofia.net/
Libro tomado de: Drive Google
Descargar Libro Perry Anderson: Tras las huellas del materialismo histórico

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