2013
La compositora y filósofa argentina, Roxana Kreimer, después de haber sido profesora en la Universidad de Buenos Aires, abandonó la academia para aplicar la filosofía en varios campos del desarrollo de la vida humana. Es una de las precursoras en América Latina de la asesoría filosófica, como testimonia el libro Arte del buen vivir: filosofía para la vida cotidiana (2005), el primer libro escrito en español sobre este tema.
Licenciada en filosofía y doctora en ciencias sociales, cuenta con varias
publicaciones académicas, libros y colaboraciones en periódicos, en que además
de la divulgación científica, trata diversos temas que van de la violencia a la
recuperación de espacios ciudadanos, como en el libro La tiranía del automóvil
(2006). Por esto fue invitada a dar la conferencia de clausura del X congreso
Carfree, Hacia ciudades libres de autos, celebrado en Guadalajara.
¿Qué entiende por tiranía del automóvil?
La omnipresencia del auto en las calles de las ciudades contemporáneas, lo que
produce por año en el mundo (un millón 300 mil muertos, el doble de heridos en
accidentes y cinco millones de personas discapacitadas permanentes). Hablo de
tiranía porque el transporte en automotor se ha convertido en monopólico, ha
usurpado las calles. Las ciudades eran tradicionalmente ámbitos de encuentro, y
se han convertido en meros corredores de vehículos, en estacionamientos, en
lugares peligrosos, porque los que más mueren en las ciudades son los peatones,
entre ellos particularmente los ancianos y los niños.
No hay tiranías sin tiranizados: ¿cuánto influye en eso la cultura de la gente?
Por supuesto que un conductor irresponsable, que no respeta las señale, que
excede los límites de velocidad o que maneja en estado de ebriedad, tiene parte
de la responsabilidad. Pero aun cuando el promedio de la ciudadanía es
prudente, hay miles de muertos por accidentes de tránsito. A medida que aumenta
el transporte automotor aumentan los muertos necesariamente. Y si lo pensamos bien,
morir por algo tan banal como transportarse, es algo inconcebible. Muere más
gente por accidentes de autos que por la guerra. Sin embargo, no hay una
rebelión frente a este problema, como sí existe con respecto a cuestiones
vinculadas con el cigarro o con la polución. Es un tema alrededor del cual hay
que crear todavía mucha conciencia, porque consideramos que es efecto del
progreso, de la fatalidad, pero no entendemos que el problema es intrínseco a
este medio de transporte, que en poco más de cien años de vida ha generado
mucha desdicha, mucha muerte, sin que paralelamente haya surgido un verdadero
movimiento de resistencia para sustituirlo con otros medios más convivenciales.
¿Es imaginable en la actualidad una ciudad sin coches?
Lo es si podemos reemplazar la estructura actual con otra nueva. Si desaparece
el automóvil, o se reduce gradualmente, dejándolo para los servicios urgentes,
tiene que ser sustituido por un buen transporte público. Al inicio también con
un sistema de autobuses eficiente, buenos metros, es decir, con un transporte
más racional y sobre todo que no mate, además de fomentar el uso de la
bicicleta y la creación de caminos peatonales. También es importante
redimensionar las ciudades para no tener que viajar tanto. Una cosa que pueden
hacer acá en Guadalajara es un desarrollo vertical, para poder tener pequeñas
unidades habitacionales que tienen de todo, para evitar que la gente tenga que
desplazarse lejos.
Este uso indiscriminado del auto, ¿tiene qué ver con el individualismo de las sociedades contemporáneas?
Sí. Es una forma de individualismo, porque el automóvil encarna un ideal que se
impone con las teorías económicas del capitalismo, y que está basado en el
presupuesto de que cada uno busca su propio provecho y que de esto va a resultar
una armonía general. En cambio, si cada uno busca su propio interés, trata de
llegar a destino y no nos organizamos colectivamente, de esto resulta un caos,
no una racionalidad general. La consigna es reconquistar la ciudad para los
ciudadanos, porque ha sido usurpada por el automóvil y ha dejado de ser este
espacio democrático y de encuentro, como era originalmente.
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